Sobre un nuevo teatro para niños por Carla Rodriguez
Mi contacto con los niños empezó muy tempranamente. A los 14, por puro gusto y porque supongo que allí encontraba un espacio para hacer teatro, empecé a animar fiestas infantiles (quizá también porque me seducía la idea de trabajar en el salón que tuviera entonces nada más y nada menos que el payaso de mi infancia Piripincho).
Y “animando” fui descubriendo que lo que quería en verdad era hacer teatro para niños y crear un grupo. Así fue cómo conocí a Soledad Galván en las animaciones y a Laura Carassai en mi paso por la Escuela Municipal de Arte Escénico “Ernesto de Larrechea”. Juntas fundamos en el año 2001 el grupo Vamos que nos vamos, con el cual nos dedicamos desde hace más de 10 años al Teatro para niños, entendiendo a éste como un lenguaje múltiple, donde lo plástico, sonoro, corporal, literario son parte de un mismo lenguaje. En nuestras obras, los títeres pueden interactuar con personajes interpretados por actrices o los cuentos pueden ser animados con objetos. Entonces, los géneros se combinan y el teatro cobra su sentido integral.
En los comienzos, el deseo era hacer algo, no importaba bien qué. Sí tenía la claridad de que quería dirigirme a los niños. Por un lado, porque sentía que era lo que tenía que hacer y porque me hacía feliz. Por otro lado, porque encontraba luz, porque en el teatro para niños opera una vitalidad que raras veces encuentro en el teatro para adultos, y también porque descubro que podemos aportar algo valioso en la vida de los niños. Creo que el teatro tiene la capacidad de volverlos más humanos, sensibles, comprensibles y también más abiertos, autónomos y críticos, capaces de comprender distintas visiones de la vida y del mundo. Pero sobre todo, volverlos más felices (en esa etapa delicada y fundante en la vida de toda persona, que es la niñez).
Creo que un niño en contacto con el teatro es más feliz que el que no es espectador. Creo que un niño espectador encuentra en el teatro la posibilidad de cambiar su mirada frente al mundo, de ver la vida con nuevos ojos.
¡Ir al teatro es una experiencia que se grabará en la memoria de todo niño! Y es intransferible.
Me gusta percibir cuando ellos se sorprenden ante el hecho estético, me gusta que me interpelen, que expresen sus hipótesis sobre el mundo, la vida y la muerte, que no se repriman y que no sean prejuiciosos pero sí muy críticos y exigentes. Creo que el espectador niño me devuelve mucho más que el espectador adulto, es sincero, espontáneo, perspicaz, agradecido y demostrativo de lo que siente, es pura energía que vuelve, es activo y productivo. No hay vacío. Hay acontecimiento en su máxima expresión. Siempre algo ocurre entre la escena y la platea. Algo cambia. Algo ya no es igual.
Para el niño, ir al teatro es como participar de una fiesta. En la infancia, los ritos son muy importantes y en el teatro, la ceremonia comienza en la puerta. Por eso, la presencia de un lugar amable y adecuado para la infancia como antesala es fundamental para ir creando el clima.
Hoy el teatro para niños ya no es un sector marginal del teatro en general, ha cobrado independencia y autonomía. Los hacedores fuimos aumentando en número, nos fuimos especializando y este teatro hoy es más visto que el teatro para adultos, no sólo por el formato de la mayoría de las propuestas “para todo público” sino porque es presentado en ámbitos como escuelas, bibliotecas, espacios públicos (etc) donde el teatro para adultos no suele llegar y éste es el único al que tienen acceso. Aquí la labor social y el sentido comunitario van de la mano con lo artístico. El teatro para niños se presenta más en escuelas que en teatros mismos. Y Rosario es un claro ejemplo de esto.
Además, si bien su destinatario es el niño, éste nunca está solo, el adulto lo acompaña en la platea. El adulto mira la obra y mira cómo el niño mira la obra. Es por eso que muchas de éstas incluyen algunos guiños al espectador adulto para que no se quede afuera de la propuesta.
Hoy mi búsqueda ya no se basa en “hacer algo” como en un principio, sino en hacer algo muy particular, en indagar (entre otras cosas) en nuevos temas y poéticas, asumiendo la responsabilidad de ofrecer al público propuestas nuevas, diferentes, lejos de los estereotipos y lo convencional en el teatro para niños. “Malas palabras” de Perla Szchumacher, obra en la cual actúo (estreno 2011, Otrosojos Teatro, dirección Pablo Solari) se ubica en este camino. La obra narra, mediante la manipulación de objetos cotidianos que están sobre la mesa de un escritorio, la historia de Flor, una niña que a los 10 años descubre que es adoptada. La estética no se parece en nada a lo que reconocemos como infantil.
Pero… ¿qué es lo convencional? En nuestro país existe una tradición de la cual es difícil desprenderse. El teatro para niños se caracterizó desde siempre por su función pedagógica y didáctica, es decir, por un valor utilitario de “tener que enseñar algo”. Pese a los años transcurridos, parecería ser que este teatro como medio sigue vigente. Muchos docentes siguen prefiriendo obras cuya temática coincida con algún contenido de la currícula.
Con la vuelta de la democracia, la función predominante del teatro para niños en los 80 fue la de divertir y hacer reír. Esto explica la prolífica tradición de los Clowns en Argentina, de la cual Rosario se hace eco.
En la actualidad, el teatro para niños se caracteriza por la diversidad y coexistencia de concepciones estéticas diversas. Hay una multiplicidad de propuestas, conviviendo diferentes géneros: teatro de actores, de títeres y objetos, de sombras, negro, musical, multimedia, de narración, mimo, clown, danza, nuevo circo e híbridos.
En este marco, hoy está en auge y crecimiento una tendencia nueva, la denominada “nueva dramaturgia para niños” que se pregunta cómo abordar los temas tabú (tabú para los adultos, no para los niños), esos temas difíciles de llevar a escena, difíciles de aceptación, porque tienen que ver con lo que les sucede a los niños y jóvenes de hoy, de carne y hueso, ligados a un concepto de infancia como proceso de cambio permanente; niños con sus problemáticas, sus preguntas, sus conflictos: la violencia, la separación de los padres, la identidad sexual, la muerte, el abuso, etc. Una nueva dramaturgia donde esos temas no sean contados con solemnidad ni seriedad.
Me entusiasma este teatro para niños que desde el humor pueda hablar de un tema capaz de emocionar. Un teatro para niños sensible y lleno de matices, que haga viajar al espectador por diferentes emociones.
Como lo distingue claramente la especialista Nora Lía Sormani, aquel espectáculo bueno es el que está vivo, el que produce ganas de volver a verlo, el que emociona o hace pensar o divierte o estimula o mueve a la acción y ensancha su experiencia del arte y del mundo. El otro, por el contrario, es el que aburre o no genera nada.
Perla Szchumacher en México y Suzanne Lebeau en Canadá fueron dramaturgas pioneras en esta tendencia y grandes referentes mundiales del nuevo teatro para niños. En Buenos Aires, Argentina, lo desarrolla impecablemente María Inés Falconi como dramaturga y Carlos de Urquiza como director.
Estas obras nuevas son difíciles de insertar en las instituciones porque generalmente los gobiernos y las escuelas contratan espectáculos que respondan a los intereses de todas las edades y que se puedan presentar al aire libre, ante multitudes y mientras sucede en ocasiones paralelamente alguna otra actividad.
Estas obras, por el contrario, requieren de la concentración y de espacios que puedan recrear la magia del teatro, un tratamiento similar al teatro para adultos que no acepta cualquier formato diferente al que fue concebido. Estas obras, otorgan al texto un lugar relevante y por ende, requieren de espacios para el silencio y la escucha.
En ese sentido se centra otra de mis búsquedas, la de devolverle al texto un lugar protagónico en la dramaturgia para niños, muchas veces reemplazado por las imágenes visuales, las canciones, la danza; sin importar la edad de su destinatario.
Y aquí encontramos otros de los rasgos de esta nueva dramaturgia, la cual reconoce muy especialmente la diferencia entre las edades de sus espectadores y se opone de alguna manera a ese concepto de “todo público” que nació de un requisito impuesto por políticas culturales y de mercado. Cada vez más, se ofrecen propuestas para cada edad: para bebés, para niños, para adolescentes, etc, discriminando la franja etaria a la cual la obra está dirigida.
Y en este sentido se centra otra de mis búsquedas, la de inaugurar un público nuevo que transita su primera experiencia teatral, los bebés lactantes y deambuladores (ITO.Teatro para bebés, Grupo Vamos que nos vamos, estreno2011) pero ese ya es otro capítulo.
Como nos recuerda la dramaturga argentina Adela Basch, “el teatro para niños es mucho más, debe cumplir con la misma función del teatro para adultos: debe ser arte. El arte abre un espacio distinto en la vida, hacia lo inesperado, lo diferente, lo desconocido. Nos permite ver algo que en nuestra vida cotidiana somos incapaces de ver.”

Publicado el 25 de octubre de 2012 en www.teatroenrosario.com

 

Estimular el placer por la palabra desde la cuna por Carla Rodriguez

Si dejamos de lado todo prejuicio relacionado a los bebés como que no comprenden muchas    cosas, podríamos leerles cuentos desde la cuna. ¿Y qué ocurriría? Quizá no puedan comprender el argumento del cuento en su totalidad, aunque sí algunas situaciones (como si el personaje se fue y alguien lo busca, o si está feliz o está triste); pero hay un amplio abanico de significados que se desprenden de la materialidad de la palabra y que los bebés distinguen muy bien: los timbres, las entonaciones, las notas.

Como decía la maestra Leticia Cossettini: “se trata de oír vibrar el habla del otro con sonidos y silencios indagadores y motivadores con fuerza emotiva, es decir, con belleza”.

El significante significa y de eso los bebés saben porque tienen un entrenamiento diario. Su curiosidad por conocerlo todo, su optimismo biológico por alcanzarlo todo (buscar el pecho de su madre, trasladarse, gatear, pararse, caminar sin decepcionarse por una caída) y su etapa de exploración pura a través de los sentidos, lo llevan a tener una percepción más amplia. Los bebés prestan atención a cualquier cosa que encuentren novedosa, inesperada o que les enseñará algo. Se dice que el bebé aprende a leer el mundo a través del rostro y la voz de su madre, el padre y quienes lo cuidan. Allí encuentra los primeros signos de amor, de calma, de seguridad (o lo contrario), en esa materialidad de los gestos del rostro (la mirada, el tono muscular, la energía) y en esa materialidad de la voz (el tono, el volumen, la nota, el timbre).

El bebé comprende esta información, que le ayuda a crear imágenes mentales, internas. De esa manera, la mirada y la voz hecha palabra de quienes rodean al bebé, lo definen en el inicio de la vida. Y aún antes de nacer.

Desde los 5 meses de gestación en el vientre materno el bebé escucha porque su oído ya está desarrollado. Entonces, puede reconocer las voces de su mamá en primer lugar y luego la de los otros integrantes de la familia. Está comprobado en la experiencia con muchos bebés, que si se le canta una canción repetidas veces desde ese momento o si se le pone una música determinada, la reconocerá al nacer y la acompañará en sus primeros meses y quizá en toda su vida. De alguna manera, esa canción le dará alegría cada vez que la escuche y le transmitirá seguridad porque es algo ya conocido por él.

Si el bebé está llorando por hambre o por sueño, si está aburrido, si está molesto por algún dolor: una rima, una canción, hasta un simple sonido (rrrrrr, ta ta ta tá, caballito, bu bu bu) puede distraerlo, sacarlo de ese malestar y devolverle una sonrisa, o la tranquilidad. Es una posibilidad, un recurso que las mamás o papás podrían echar la lengua en lugar de echar la mano. Hablarle, siempre hablarle al bebé, sin importarnos qué pueda comprender, la voz seguramente le llegará, algo le transmitirá. Mirarlo, siempre mirarlo al bebé. El gesto, el movimiento y la mirada acompañan a la voz.

Y porque la palabra es acción: la palabra calma, la palabra crea lazos, la palabra acaricia, hace reir, encanta, despierta, acuna y también alimenta, en otros aspectos.

Y para eso, son las rimas, los cuentos y las canciones, las que van invitando afectivamente al niño a disfrutar de ella, a darle un valor. El ingrediente esencial aquí es el afecto. El calorcito que transmite la voz de un adulto leyendo o narrando un cuento al niño en su cuna no se iguala a nada. Un niño o un bebé que es hablado, es querido porque es tenido en cuenta por otro, porque a través del lenguaje es alguien para el otro.

Es por eso que, un niño habituado a este vinculo generado por la palabra, que crece en un contexto que se conversa, que se duerme al escuchar un cuento, que escucha rimas a la hora de los ritos diarios (nanas para dormir, rimas a la hora del baño, versitos a la hora de comer, cuando pasea en cochecito, etc), es decir, un niño habituado a vivir en un contexto donde la palabra circula, es muy probable que decrete a la palabra como una necesidad básica para su vida y pida al ir a dormir “¿me contás un cuento?” y quizá hasta pida qué cuento quiere oír y quizá se atreva a los dos años de edad a inventar sus propios cuentos o también canciones, porque habrá encontrado el gusto, el placer por la palabra, por los relatos, por los mundos imaginarios que despiertan las palabras. Para un niño, escuchar un cuento es como recibir un regalo todos los días.

Y si hay placer por la palabra, habrá más facilidad para la adquisición del lenguaje y la lectoescritura. Escuchar un cuento desde pequeño ayuda a favorecer la capacidad narrativa. Eso significa que el niño, al narrar el mundo y al narrarse, estará desarrollando su imaginación y su fantasía, cimientos básicos para la construcción de una subjetividad y una identidad. Es por eso que primero encontrará identificación en los relatos ajenos, donde podrá simpatizar o no con algún personaje y lo anclará con su experiencia personal para luego ser capaz de inventar los propios relatos.

Cada pequeño receptor proyecta en las historias ficticias su realidad y asocia lo que realiza el protagonista con sus intereses y su horizonte de experiencias. Por ese motivo, se inclina por determinados personajes con los que simpatiza más o menos en actitudes variables y cambiantes según su realidad externa e interna. Y su etapa del desarrollo

De esa manera, el niño construye la relación entre lo que trae y lo que encuentra o descubre, lo conocido y lo por conocer; lo cual constituye un verdadero movimiento cognitivo. Mientras el niño escucha historias, piensa, conoce y actúa.

Por eso es muy bueno que, como papás, nos propongamos poblar el mundo de los pequeños con historias en las que puedan proyectar las propias, favoreciendo su ingreso al mundo de la comprensión, de la interpretación y la valoración, comenzando desde el puro placer y gusto por la palabra.

Publicado el 25 de noviembre de 2012 en www.quehacemosma.com

 

Teatro o multilenguaje. La diferencia del niño espectador. Por Carla Rodriguez.

Una obra de teatro es el gran momento en que actor y espectador se comunican a partir de diferentes sensaciones. La conciencia y subjetividad del público juegan un rol preponderante ya que percibe e imagina a partir de lo que ve y escucha. El actor a través de la palabra, elementos no verbales, la iluminación, el espacio… crea un mundo imaginario donde los chicos son el testigo más cercano.

Cuando vamos al teatro, nos vestimos y preparamos. ¡El teatro es una fiesta!

Es raro que pasemos de casualidad por la puerta y entremos. Casi siempre es un plan que se les ocurre a los grandes unos días antes o unas horas antes.

Alguien elige asistir a un espectáculo. ¡Y hacia allá vamos!

Porque el teatro no se parece en nada a ver los dibujitos, ir al pelotero o al jardín de infantes, es otra cosa. A ser espectador, se aprende y hay códigos especiales para esta convención social, con espacios y tiempos diferentes (la cola de espera, boletería, ubicaciones, silencios y aplausos).

El teatro es un acontecimiento. Los espectadores se encuentran con los actores en un lugar y un momento que es único y no se repetirá. Sin pantalla de por medio, el espectador lee con todos sus sentidos, viaja por un abanico de emociones y sale transformado. ¡Ir al teatro es una experiencia que se grabará en la memoria de todo niño! Y es intransferible.

Eso le pasó a Pilar. Cuando volvió del Teatro de la Manzana de presenciar “Malas Palabras” se encerró en su cuarto y empezó a inventar historias con objetos cotidianos que estaban en su casa. La obra de Perla Szchumacher cuenta, mediante la manipulación de objetos cotidianos que están en la mesa de un escritorio, la historia de Flor (una niña de 10 años que descubre que es adoptada) y la relación que ella tiene con su mejor amigo Pelos, su familia, la maestra y un diccionario.

Antes, el teatro para niños pertenecía a un sector marginal del gran teatro. Algo similar pasaba con la literatura para niños. Pero hoy, cada vez hay más propuestas y existen más familias que deciden llevar a sus niños al teatro y más maestras que eligen llevar el teatro a la escuela.

Los niños al teatro o el teatro a los niños

Las maestras en las escuelas lo utilizan como un disparador potable para trabajar ciertos contenidos de la currícula, es decir, como una herramienta didáctica-pedagógica; y también para celebrar ciertas fechas de nuestro calendario: día de los jardines, mes del niño, apertura o despedida del año escolar, actos patrios, etc.

Pero el teatro es mucho más.

La dramaturga argentina Adela Basch (Colón agarra viaje a toda costa, ¡Que sea la odisea!) nos recuerda que el teatro para niños debe cumplir con la misma función del teatro para adultos: debe ser arte. El arte abre un espacio distinto en la vida, hacia lo inesperado, lo diferente, lo desconocido. Nos permite ver algo que en nuestra vida cotidiana somos incapaces de ver.

Y si el espectáculo es entretenido y emocionante, también lo será para los adultos que acompañen al niño. El verdadero arte no tiene barreras de edad.

El teatro es un arte de lenguaje múltiple, que contiene las leyes de la literatura, la música, la danza, la plástica, entre otros. Por eso se convierte en un hecho estético capaz de cambiar la mirada de los niños frente al mundo. Esto quiere decir que el teatro los volverá seres más sensibles, más humanos, más comprensibles, más abiertos y autónomos, capaces de comprender distintas visiones de la vida y del mundo.

Como vemos, muchos son sus beneficios, porque el teatro despierta la curiosidad, verdadero motor del aprendizaje. Asistir al teatro puede dar sentido a la vivencia de alguien, dar palabras a sus esperanzas y deseos, contagiar la fuerza para hacer algo.

Además, prepara al niño para la vida adulta. Lo ayuda a aceptar lo incambiable y a buscar con sus propios medios las soluciones a los problemas de la vida diaria.

En “Palabristas” de Lucía Laragione, los personajes luchan contra los virus del olvido y lo interesante es que esa lucha no es sólo física sino mediante palabras: rimas, cuentos, canciones. Los niños del público se identifican con las protagonistas y en su afán de vencer, son creadores de variadas ocurrencias lingüísticas.

Es así como los niños desarrollan su imaginación y su fantasía, cimientos básicos para la construcción de una subjetividad.

Ellos pueden simpatizar con un personaje o ser su oponente (sobre todo en el caso de los personajes malos), pero lo cierto es que proyectan en las historias ficticias su realidad y asocian lo que realiza el protagonista con sus intereses y su horizonte de experiencias.
Así alimentan al desarrollo de su capacidad narrativa y favorecen su ingreso al mundo de la comprensión, de la interpretación y la valoración.

El teatro para niños hoy

En la actualidad se caracteriza por la diversidad y coexistencia de concepciones estéticas diversas. No hay una tendencia única para hacer teatro sino una multiplicidad de propuestas. Desde los años 80, conviven diferentes géneros: teatro de actores, de títeres y objetos, de sombras, negro, musical, multimedia, de narración, mimo, clown, danza, nuevo circo. Y hay espectáculos que combinan todos o muchos de estos géneros.

De todos modos, en Argentina, el teatro tuvo que luchar contra el exceso de pedagogía. Las obras para chicos buscaban enseñar el buen camino y estaban especialmente destinadas a las representaciones escolares, siendo muchas de ellas exaltaciones de acontecimientos patrios.
Los nuevos autores y grupos especializados están renovando esta concepción y apuestan a creaciones artísticas libres de toda atadura pedagógica. En todo caso, se podría pensar en una pedagogía comprometida con lo social.

Hoy hay una nueva tendencia, la nueva dramaturgia para niños y jóvenes se aleja de los estereotipos y lleva a escena algunos temas considerados “tabú” por los mayores, no así por los niños.

Nos referimos a esos temas que son difíciles de tratar, que suelen dejarse de lado por miedo a lo que podrán despertar. Pero el teatro sabe y va encontrando una manera divertida y no solemne de hablar de la muerte, del maltrato, del divorcio, de la elección sexual para sorpresa de muchos padres y niños que lo subestiman creyendo que sólo pueden encontrar en el teatro temas aburridos extraídos de la literatura universal.

La autora argentina María Inés Falconi (Chau señor miedo, El nuevo, Pedro y la guerra) es una de los referentes de esta corriente innovadora que explora nuevos temas, que habla de las problemáticas de los chicos de hoy y de lo que a ellos les interesa.

Lo difícil es elegir

A menudo nos preguntamos: ¿Cuáles son los espectáculos buenos y malos? ¿Cuáles son los criterios a seguir para elegirlos?

Esta tarea está atravesada por la subjetividad y se hace necesaria para los papás y los docentes. El aval lo encontramos muchas veces en la recomendación de una persona en la que creemos y que ha visto el espectáculo.

Pero el niño es el mejor de los críticos, ya que su honestidad es una manifestación de aprobación, rechazo o indiferencia (Sarah Bianchi). El niño puede interesarse inmediatamente e involucrarse con la ficción fundada en la escena como si formara parte de su mundo real. O aburrirse y querer salir del teatro. También impacientarse. Hay un grado de sinceridad tal que podrán discriminar entre un buen o un mal espectáculo.

Como lo distingue claramente la especialista Nora Lía Sormani, aquel espectáculo bueno es el que está vivo, el que produce ganas de volver a verlo, el que emociona o hace pensar o divierte o estimula o mueve a la acción y ensancha su experiencia del arte y del mundo. El otro, por el contrario, es el que aburre o no genera nada.

Los bebés van al teatro

Sabemos que hoy se reconoce al niño desde su nacimiento como un ser social, en interacción con su medio y constituyéndose como persona a partir de los vínculos iniciales. Son los adultos más cercanos quienes le muestran el mundo. El teatro, entre otras manifestaciones artísticas de nuestra cultura, hoy es un espacio para compartir con los bebés, es un espacio posible para criar y crecer.

Es aconsejable asistir desde un comienzo, durante los tres primeros años, a las primeras experiencias de espectáculos creados especialmente para bebés y niños pequeños, porque serán cuidados y adecuados, con una calidad de energía y un ritmo acorde a su edad, con la estimulación necesaria y el tratamiento del material escénico desde el lugar del afecto.

La diferencia del niño espectador

Los beneficios son muchos y no sólo para los chicos sino también para los adultos. Entrenar la lectura, compartir tiempos de ocio, mirar al mundo con ojos curiosos, compartir con la comunidad espacios de comunicación, tomar modelos en valores, construir un espíritu crítico.

Creemos que acercar a los pequeños al mundo del teatro y posibilitar que puedan valorar y por sobre todo ¡disfrutar!, (entre tanto objeto que se consume) de un verdadero hecho estético, es beneficioso para su crecimiento y la construcción de su subjetividad, contribuyendo al desarrollo de una infancia feliz. : )

El teatro en la escuela

Debemos valorar la presencia del teatro en la escuela. Proponemos tres actividades: lectura en voz alta y colectiva en clase; la escenificación en el aula y la improvisación para crear, comunicar y expresar; y la invitación de compañías teatrales a la escuela como así salidas para asistir a funciones que se presenten en los teatros, ya que éstas son un verdadero ritual y no presentarán adaptaciones ni cambios.
Es conveniente que el docente pueda crear expectativas en los alumnos y darle importancia al acontecimiento. Sugerimos organizar diálogos entre los artistas y los alumnos.

 Publicado en el mes de diciembre de 2011 en  www.deorejaaoreja.com.ar

 

 

¿Por qué es importante que los niños participen de un taller de teatro? Por Laura Carassai.

A modo de presentación, les cuento que mi nombre es Laura Carassai. Soy actriz y profesora de teatro y desde hace 12 años coordino talleres de teatro para niños, adolescentes y adultos en Rosario, Argentina.

Cada año se acercan a mis talleres muchos padres buscando clases de teatro para sus hijos, con la intuición que será beneficioso para ellos, pero sin saber demasiado de qué se trata.

Por eso, en este caso voy a referirme específicamente a los talleres de teatro para niños. Si bien algunos contenidos pueden ser similares a los que trabajamos con adolescentes y con adultos, cambia notablemente el enfoque, las temáticas y las dinámicas de trabajo que se generan.

Los niños aprenden jugando, conocen el mundo jugando, lo experimentan, simbolizan situaciones y roles a partir del juego. Esto nos acerca a comprender por qué el taller de teatro se organiza a partir del juego dramático,  se piensa su desarrollo y el abordaje de los contenidos.

 

¿Qué trabajamos?

Los contenidos se orientan a conocer y experimentar los diferentes elementos de la estructura dramática, es decir: espacio, personajes/roles, acciones, y conflicto. Si pensamos esta estructura como una mesa, los elementos anteriormente mencionados son las patas que nos permiten construir escenas, a las que por lo general llamamos historias.
El espacio real, aquel que estamos habitando, puede ser transformado en un espacio dramático a partir de la construcción teatral que hagamos en él. Es decir, las acciones, los personajes, las situaciones que se generen pueden transformarlo en pocos instantes en un bosque, una casa embrujada o un supermercado. De la misma manera si pensamos en unas “vacaciones accidentadas” (situación que lleva implícito un conflicto) va a determinar un nuevo orden espacial, otros roles y personajes y nuevas acciones para resolver los conflictos. Y así inventamos historias.
También vamos conociendo las particularidades de estos elementos: diferencias entre roles y personajes, los distintos tipos de conflictos, qué distingue una acción de un movimiento, pero siempre como disparadores para crear historias, jugando.

Estas historias se desarrollan  narrativamente con tres partes: principio, nudo y desenlace. Nuevos disparadores para poner en movimiento qué queremos contar, para crear más historias y transformar algunas ya conocidas.

Ahora bien, estas historias no las escribimos, no siempre, pero sí las inscribimos en el espacio, las representamos. Somos protagonistas de nuestras historias. Las vivenciamos con nuestro cuerpo. El cuerpo es el instrumento del actor para comunicar, expresar y crear. Por lo tanto otro gran eje consiste explorar nuestras capacidades expresivas, probar distintas calidades de movimientos, utilizar la gestualidad, jugar con los recursos sonoros (voz cantada, hablada, sonidos) y experimentar todas las posibilidades de expresión corporal que podamos encontrar.

 

¿Cómo trabajamos?

El comienzo del taller está signado por juegos y ejercicios de desinhibición e integración. Conocernos, sentirnos cómodos, crear un marco de respeto, escucha y participación, son acciones que plantean las reglas de juego, que nos permitirán crear juntos. Sí, juntos. El teatro se hace con otros y para otros. Hay alguien que actúa porque hay otro que mira. El teatro nos compromete personal y colectivamente. Nos implica e implica que nos escuchemos, que acordemos, que sumemos ideas, que juntos podemos crear y contar lo que queramos.

Abordamos muchos ejercicios de expresión corporal, nos transformamos en animales, objetos, personas de diferentes edades, asumimos diversos roles: somos padres, maestros, abuelos. Aquí se pone en juego no sólo la construcción corporal, sino también simbólica de algunos roles sociales, estereotipos, roles cercanos (mi maestra, el verdulero de la esquina, el papá de mi amigo).
Con el juego dramático incluimos la construcción de situaciones y el entorno, el “como si” como generador. “¿Que pasaría si… viajáramos a otro planeta/ nos ganamos la lotería/ hay un choque en la avenida?”
Una herramienta fundamental de este tipo de juegos y del teatro es la improvisación. La improvisación nos pone en juego, aquí y ahora, permitiendo expresar espontáneamente una idea o dar vida a un personaje, llevar adelante un relato accionando y reaccionando a las propuestas del coordinador o de los compañeros.

 

¿Qué le ofrece un taller de teatro a nuestros niños?

Un espacio donde los chicos puedan expresar, comunicar y crear a partir del lenguaje teatral y para ello conocerán y experimentarán jugando diferentes elementos, técnicas y recursos propios del teatro.
No se trata de formar actores sino de despertar la poesía latente en todo ser humano, estimulando el desarrollo de niños pensantes, actuantes, sensibles, imaginativos y creadores.
Da lugar al encuentro de sentidos y a compartir con otros una experiencia enriquecedora, pues se trabaja desde los intereses, inquietudes y necesidades de los niños y niñas que participan del taller.

http://www.quehacemosma.com/2012/12/por-que-es-importante-que-los-ninos-participen-de-un-taller-de-teatro/

 

 

El valor de la escucha. Por Laura Carassai

Antes de proponer dinámicas de juego que encuentro muy ricas para ejemplificar, pensar y poner en acción una escucha amplia e integradora, me gustaría enunciar algunos conceptos.

Al hablar de escucha no aludo únicamente a lo que oímos: a escuchar una canción, a la seño que habla, a mamá que nos llama. La escucha es mucho más amplia, es una forma de percepción activa e integral. Incluye lo que oímos, que se integra a lo que percibimos con todos los sentidos relacionándose en forma dinámica e integradora.

Además de los cinco sentidos que todos conocemos y utilizamos a diario: vista, tacto, gusto, oído y olfato, es interesante pensar en la cinestesia como un sentido más para relacionarnos con nosotros, con otros y con el mundo que nos rodea.

Cinestesia o kinestesia, significa sensación o percepción del movimiento. Podemos ampliar la definición agregando que son las sensaciones que se trasmiten continuamente desde todos los puntos del cuerpo al centro nervioso y que abarca la sensibilidad propiamente visceral (“interoceptiva”) y la sensibilidad “propioceptiva” o postural.

La propiocepción (cepción: sensación, propio: interna o íntima) es la capacidad de nuestro cuerpo de ubicar la posición de las articulaciones y los músculos en todo momento. Nos permite tener conciencia de posiciones y movimientos articulares, velocidad y detección de la fuerza de los movimientos.

Al pensar en la escucha, y cómo estimularla en los niños, la cinestesia nos aporta un elemento importante y muy rico para investigar y jugar: la percepción del movimiento. Lo mismo sucede con lapropiocepción, la percepción de nuestro propio cuerpo. Ésta y la cinestesia, integradas  a los cinco sentidos, nos abren un gran abanico de posibilidades para pensar juegos que incentiven a nuestros niños.

¿Jugamos?

Juego: “Uno para, todos paran”
Modalidad: Grupal
Edad: de 5 años en adelante

La previa:
Es aconsejable proponer algunas dinámicas para introducir la noción de Stop (se detiene el movimiento pero continúa la energía, que fluye por todo el cuerpo). Podríamos llamarle “nos convertimos en estatuas” o simplemente, “nos congelamos”.

Algunas posibilidades de juegos:
• Las viejas y queridas popas: Popa hielo, donde uno es el que congela mientras otro es el sol y descongela mientras todos los jugadores intentan escapar. ¡Y todas las versiones de popas que podamos inventar!
 Las estatuas. En sus diferentes modalidades: bailamos y al detenerse la música nos quedamos inmóviles. O todos corren hacia una pared mientras alguien de espaldas enuncia “un, dos, tres, cigarrillo 43” y al levantar la vista, todos deben quedar inmóviles. Si alguno se mueve, vuelve al comienzo. Y el primero que llega a la pared, es el ganador. ¡Y tantas otras estatuas que podamos crear!

Juego de escucha: “Uno para, todos paran

Nos movemos libremente en el espacio. Cuando quiera, el que quiera, se detiene. (Stop/estatua). Cuando los otros perciben que alguien quedó congelado, se detienen. Cuando perciban que ya nadie se mueve, el que quiere, comienza a desplazarse nuevamente por el espacio. Y así, ¡volvemos a empezar!

Variaciones:
Nota: Una vez comprendida y repetida la dinámica en la que el que quiere propone y el que quiere detiene el juego a partir del stop, el coordinador podrá ir introduciendo tantas variantes como se le ocurran.
Algunas posibilidades, que van de lo simple a lo complejo:
• El que comienza a moverse propone una forma diferente de desplazarse (en puntas de pie, saltando, en cuatro patas, etc) El resto se suman a esta propuesta realizando el mismo movimiento hasta que, el que quiera, cuando quiera, queda en Stop.
• El que comienza a moverse propone una forma diferente de desplazarse y sonidos. El resto se suma imitando movimiento y sonido.
• El que comienza propone animales.
• El que comienza propone personajes (a través de acciones. Ej sacar fotos)
• El que comienza propone una situación (un cumpleaños, un accidente, una clase de gimnasia, etc) tomando un rol (el cumpleañero, el accidentado, la profe, etc) y el resto actuarán la situación propuesta hasta que uno congele.

Además de la escucha, estas dinámicas de juegos proporcionan estímulos inspiradores para el desarrollo de los niños.

El juego es el medio por el cual los niños experimentan, aprenden y transforman activamente la realidad. Los juegos creativos e imaginativos que además involucran al cuerpo y al movimiento, permiten el desarrollo motriz a la vez que abren a la socialización y a la exploración de las posibilidades expresivas.

La atención es sin dudas uno de los pilares más importantes para todo proceso de aprendizaje. A través de ella, la mente puede concentrarse en un estímulo e ignorar todos los demás que hay alrededor.

La autonomía es la capacidad de tomar decisiones, de proponer, de concretar algo que se propuso. Reconocer y valorar la autonomía aumenta positivamente la autoestima.

Y como dice la periodista Marcela Osa“La vida es un juego compartido. El mundo es más cálido cuando aprendemos a descubrirlo con los cinco sentidos”

http://www.quehacemosma.com/2013/01/juegos-corporales-creativos-para-estimular-a-los-ninos-el-valor-de-la-escucha/